jueves, 11 de junio de 2015

Del Nabarralde de ayer al Nabarralde de hoy


Nabarralde fue fundada el año 2002 por cerca de una treintena de personas con el ideal de tener una asociación cultural e informativa frente a la versión manipulada ofiical existente, que hurtaban el verdadero sentido real de nuestra historia, con la puesta de un millón de pesetas por cada uno de sus miembros, e incluso sobrepasada por alguno de sus miembros. La motivación, dar a conocer y crear un ámbito de lectores que conocieran y fomentaran una pervivencia histórica y cultural.
El primer presidente fue Tomás Urzainqui, que junto a Mikel Sorauren y el que suscribe firmamos una carta-proclama de los motivos que imbuían este fin. Este intento tuvo sus altibajos y desengañó a la mayor parte de sus componentes.
Urzainqui que llevó el peso del debate en las confrontaciones que se dieron entre los asociados, encabezó una dirección monolítica, promovida por la media docena de socios de Iturralde (único grupo organizado). Ante la extensión de los debates sobre la forma de llevar las cuentas, pérdida de los conceptos iniciales, desilusiones, abandonos de principios fundacionales, necesidad de tiempo, etc.,  llevó a que la mayor parte de sus fundadores fueran abandonando su presencia.
Conseguido el dominio del órgano permanente, Urzainqui fue defenestrado (2008) y fue Sorauren quien se lo comunicó personalmente según explicó a la asamblea. Nabarralde pasó a ser regida por un triunvirato (Tasio Aguerre (presidente), Luis Martínez Gárate (secretario) y Angel Rekalde (gerente), que se mantienen desde entonces en sus cargos.
Al ser denunciados Aguerre, Martínez y Recalde como txarkeria, lapurrelak, azaluskeriak y otros títulos por Iñigo Saldise (postrer engañado que puso 6.000 euros equivalentes al millón de pesetas), eludieron sus responsabilidades poniendo en la RED la carta de presentación de la asociación el año 2002, y que como he dicho fui uno de los tres firmantes, mostrando su falta de ética y moral a hechos, tiempos y personas.
Para situar la actualidad, se debe conocer que Martínez Gárate presume  en primera persona de ser el “fundador … (y) miembro de de la Sociedad de Estudios Iturralde y fundador de Nabarralde”. Y en otro lugar añade: “Iturralde y por consiguiente Nabarralde, considera el patrimonio como un conjunto de bienes, materiales e inmateriales constituyen el activo de cualquier sociedad …”, obviando que fuimos una treintena los fundadores. La ambición de mangonear como propio lo que no es, queda fuera de toda duda.   
En el libro editado con las conferencias del Congreso de Viana, me vetaron las notas aclaratorias de mi exposición, porque mi disertación se distinguía del libro editado ese año (Monteano, 2010), que suponía a la conquista de Navarra como una guerra civil entre agramonteses y beamonteses, constatando la no existencia de tal conflicto entre facciones. Y no se me dejó añadir al libro a editar las notas aclaratorias necesarias, a tenor de los tiempos empleados de lo que no pude especificar en la conferencia, en razón al tiempo que se me permitió hacer la exposición.
Entre 2002 y 2010 mis aportaciones a la sociedad  han sido 61 colaboraciones, tres libros escritos y editados, amén de mis ediciones anteriores que facilité para su venta, y que no me han sido pagados. A partir de 2010, dejé de colaborar. Defenderse de ser ladrones a esta fechas con mi firma del año 2002, se convierte en un insulto. Llevo cinco años sin reibir ninguna información de la asociación, ni proyectos, presupuestos, resultados, etc., tal como me corresponde. La Nabarralde de hoy se dedica a vender ediciones de mis libros que nunca pagó, mientras rechaza y excluye las ediciones actuales sujetas al pago correspondiente. 
La Junta actual de Nabarralde usa la asociación como medio de poder por el poder y beneficio propio, y falsedad y engaño para los impositores. La mayoría de los fundadores hemos ido abandonando a falta del ideal que nos impulsó a crearla. Que la dirección de Nabarralde cumpla con una información cultural es lo que deseo, pero no que se utilice mi nombre para hechos del presente, que no corresponden a la realidad.     

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