miércoles, 17 de junio de 2015

Navarra en las Cortes castellanas de Burgos del año 1515


El verano de 1515 cubrió los tres primero años de la ocupación y fue el año de la absorción política del Estado de Navarra al imperio castellano en formación, y de plasmarse a nivel internacional su desaparición. El hecho se realizó a nombre de la reina Juana (madre de Fernando) como absorción privada y personal, tal como se plasmó en las citadas Cortes castellanas de Burgos.
Todo aquello que quiera reducir el impacto de la absorción del reino o Estado navarro a un suave aterrizaje de Navarra a Castilla, es un sucedáneo que pretende cubrir el engaño. Debido a la literatura oficial, parecía que iba a plasmar, dado que la empresa privada tuvo que competir con las instituciones, tanto en precios como en el ejercicio público, exposiciones y/o congresos.
No obstante debemos felicitarnos, tanto a nivel de editores, prensa, autores y expresiones populares de como con el relato de los acontecimientos, hemos impuesto una derrota al sector oficial y para-oficial que no se esperaba. 
Supongo ya, que tras estas elecciones, podemos dar por pasados a los mandatarios del régimen en Navarra y sus colaboradores, que institucionalmente gustaron de establecer unívocamente el término de “conquista de Navarra e Incorporación a la corona de Castilla” como complementos de un solo hecho, cuando entre ambos discurre el espacio de tiempo de 3 años.
     Creo que se ha acabado (y viene reflejándose como una realidad) como desde la época de los tiempos de Jesús Aizpún y Jaime Ignacio del Burgo, se daba como veraz que las Cortes de de Castilla celebradas en Burgos, constituyeron un pacto de igual a igual entre los reinos de Castilla y Navarra. El hecho de su dilatada y profusa propagación (hoy ya derrotada), consiste en sí misma un hecho político de trascendencia actual, dado al interés programático demostrado y fracasado, que llegó a ser materia prima y fundamental de una ideología en Navarra, y que le ha servido para mantener engañados a los navarros, gobernando durante el franquismo y el post-franquismo, cerca de 8 décadas.
     Ante los hechos y algún relato retrospectivo, no podemos pensar que las Cortes de Navarra desplazaron a sus representantes hasta Burgos, solo por una materia que podían haber confiado a la reparación del virrey, y suponemos que aunque fuera verbalmente, se opusieron a la anexión de Navarra a Castilla. Los citados acuerdos que tomaron las Cortes castellanas de Burgos, afectaban (y afectaron) a Navarra. El silencio y la vuelta de vacío de dichos embajadores, fue pagado con la promesa de pagar las deudas contraídas y que se le reclamaban, dándoles la promesa de darles 4.000 ducados más (aparte del pago de la deuda a la ciudad de Pamplona), como esplendidez del rey, según quedó reflejada en la respuesta aportada y que nunca cumplió, ni en la donación, ni en el pago de la deuda.
     Que estos hechos se descubran a 500 años después de ocurridos, nos revelan los intereses económicos y políticos que lo han ido ocultando. Y aunque todavía hay quienes manifiestan como incorrección dar luz a la verdad de los hechos ocurridos, su importancia y gravedad se ha ocultado con un enmascaramiento continuo de los hechos, que a lo largo de 500 años, se han ido superponiendo en los años siguientes como tapones, justificación y/o excusas de los anteriores. Todo hilvanado hasta el presente.
     Falsedad tras falsedad, la justificación de la donación eclesial de Navarra no vale hoy para justificar la invasión, por lo que se sigue insistiendo en una supuesta guerra civil entre navarros, que no hay por donde cogerla. Un reciente autor que publicó su versión de la conquista (2010), alardea de haber tomado los datos de documentos originales, cuando asienta la cifra de 563 alusiones a beamonteses y agramonteses, sin ningún autor coetáneo ni documento de la época que lo acredite, haciendo alusión a la existencia de dichas parcialidades. Es decir, el citado autor ha presumido de hacer un relato equidistante basado en datos coetáneos, cuando lo que ha realizado es una novela acoplada a su visión política. 
En un reciente artículo sostiene el mismo autor, la existencia del “partido beamontés …(o) el mariscal y sus agramonteses …”, lo cual resulta totalmente falso, dado que ni existió partido beamontés ni de los agramonteses (Monteano en D Noticias 11-VI-2015). También afirma que “el rey español accedió a algunas de las demandas … (de una representación navarra) ninguna de esas peticiones tenía calado político … y los despidió el 30 de junio”. Hace falta aclarar que el rey Fernando no atendió ninguna de las demandas presentadas por los embajadores navarros e hizo promesas que sabía no iba a cumplir.
     La embajada navarra que fue a Burgos al tiempo de la celebración de las Cortes castellanas de Burgos de 1515, lo hizo en representación de un acuerdo unánime de las Cortes de Navarra (lo que desmitifica la existencia de agramonteses y beamonteses) llevando la lista de contrafueros sufridos, y demandando que fueran reparados. Los representantes de los Tres Brazos de las Cortes navarras fueron el abad de Iranzu don Rodrigo, el señor de Caderita Jaime Díaz y el alcalde de Corte Miguel de Aoiz. Más representativos y de primera fila, no podían ser.
Negar que los reparos de los agravios solicitados no contuvieran calado político, es ofender a la realidad, igual que se hace al decir que el rey Fernando accedió a algunas demandas (Monteano id.), pues no reparó ninguno de los agravios presentados, y solo les dio falsas promesas de pagar las deudas adquiridas y otorgarles más dinero.  
Pero además Monteano oculta la calidad de la representación de los navarros, presentes en Burgos el 30 de junio: “un abad no muy relevante, un noble de segunda fila y un juez representante de Pamplona”, cuando como ya hemos dicho eran los máximos representantes de nuestras Cortes. Toda una suma de “errores”, difícilmente de creer que fueron casuales. Hasta ahora, en Navarra llevamos 500 años escribiendo nuestra historia con las plumas del vencedor.
Y la claridad y conocimiento de los hechos, es lo que me ha movido y me mueve a escribir el presente artículo, al mismo tiempo de denunciar falsos o incorrectos relatos, plasmados en aspectos degradantes de la historia de Navarra y vacíos, si han de verse desde el aspecto de aportar hechos positivos en todos sus aspectos. 

jueves, 11 de junio de 2015

Del Nabarralde de ayer al Nabarralde de hoy


Nabarralde fue fundada el año 2002 por cerca de una treintena de personas con el ideal de tener una asociación cultural e informativa frente a la versión manipulada ofiical existente, que hurtaban el verdadero sentido real de nuestra historia, con la puesta de un millón de pesetas por cada uno de sus miembros, e incluso sobrepasada por alguno de sus miembros. La motivación, dar a conocer y crear un ámbito de lectores que conocieran y fomentaran una pervivencia histórica y cultural.
El primer presidente fue Tomás Urzainqui, que junto a Mikel Sorauren y el que suscribe firmamos una carta-proclama de los motivos que imbuían este fin. Este intento tuvo sus altibajos y desengañó a la mayor parte de sus componentes.
Urzainqui que llevó el peso del debate en las confrontaciones que se dieron entre los asociados, encabezó una dirección monolítica, promovida por la media docena de socios de Iturralde (único grupo organizado). Ante la extensión de los debates sobre la forma de llevar las cuentas, pérdida de los conceptos iniciales, desilusiones, abandonos de principios fundacionales, necesidad de tiempo, etc.,  llevó a que la mayor parte de sus fundadores fueran abandonando su presencia.
Conseguido el dominio del órgano permanente, Urzainqui fue defenestrado (2008) y fue Sorauren quien se lo comunicó personalmente según explicó a la asamblea. Nabarralde pasó a ser regida por un triunvirato (Tasio Aguerre (presidente), Luis Martínez Gárate (secretario) y Angel Rekalde (gerente), que se mantienen desde entonces en sus cargos.
Al ser denunciados Aguerre, Martínez y Recalde como txarkeria, lapurrelak, azaluskeriak y otros títulos por Iñigo Saldise (postrer engañado que puso 6.000 euros equivalentes al millón de pesetas), eludieron sus responsabilidades poniendo en la RED la carta de presentación de la asociación el año 2002, y que como he dicho fui uno de los tres firmantes, mostrando su falta de ética y moral a hechos, tiempos y personas.
Para situar la actualidad, se debe conocer que Martínez Gárate presume  en primera persona de ser el “fundador … (y) miembro de de la Sociedad de Estudios Iturralde y fundador de Nabarralde”. Y en otro lugar añade: “Iturralde y por consiguiente Nabarralde, considera el patrimonio como un conjunto de bienes, materiales e inmateriales constituyen el activo de cualquier sociedad …”, obviando que fuimos una treintena los fundadores. La ambición de mangonear como propio lo que no es, queda fuera de toda duda.   
En el libro editado con las conferencias del Congreso de Viana, me vetaron las notas aclaratorias de mi exposición, porque mi disertación se distinguía del libro editado ese año (Monteano, 2010), que suponía a la conquista de Navarra como una guerra civil entre agramonteses y beamonteses, constatando la no existencia de tal conflicto entre facciones. Y no se me dejó añadir al libro a editar las notas aclaratorias necesarias, a tenor de los tiempos empleados de lo que no pude especificar en la conferencia, en razón al tiempo que se me permitió hacer la exposición.
Entre 2002 y 2010 mis aportaciones a la sociedad  han sido 61 colaboraciones, tres libros escritos y editados, amén de mis ediciones anteriores que facilité para su venta, y que no me han sido pagados. A partir de 2010, dejé de colaborar. Defenderse de ser ladrones a esta fechas con mi firma del año 2002, se convierte en un insulto. Llevo cinco años sin reibir ninguna información de la asociación, ni proyectos, presupuestos, resultados, etc., tal como me corresponde. La Nabarralde de hoy se dedica a vender ediciones de mis libros que nunca pagó, mientras rechaza y excluye las ediciones actuales sujetas al pago correspondiente. 
La Junta actual de Nabarralde usa la asociación como medio de poder por el poder y beneficio propio, y falsedad y engaño para los impositores. La mayoría de los fundadores hemos ido abandonando a falta del ideal que nos impulsó a crearla. Que la dirección de Nabarralde cumpla con una información cultural es lo que deseo, pero no que se utilice mi nombre para hechos del presente, que no corresponden a la realidad.